Primera reflexión sobre el acuerdo del
29 de Julio entre gobierno, patronal y sindicatos
El 29 de julio ha tenido lugar una reunión entre el
presidente del Gobierno, la Ministra de Trabajo, los secretarios generales de
CCOO y UGT y de las patronales CEOE y CEPYME. Según el comunicado conjunto
emitido al término de la misma, el objetivo de esta reunión ha sido el de “dar
nuevos pasos en el impulso del diálogo social para favorecer el cambio de ciclo
económico, la creación de empleo y la cohesión social, de acuerdo con lo
acordado en la reunión del pasado 18 de marzo”. Desde esta reunión celebrada en
marzo pasado, todas las partes han estado trabajando un documento de bases para
un acuerdo en materia de negociación tripartita. Cándido Méndez ha declarado
que el documento que ha salido de esta reunión supone una apuesta compartida
por el diálogo social, y que supone deponer la vía de las decisiones
unilaterales.
Sobre esto último habría mucho que decir, pero para
ceñirnos al resultado de esta reunión, ¿qué dice en realidad el documento en
cuestión?
Si se analiza bien, además del compromiso de extender
el diálogo social en el marco de las instituciones europeas (que desde luego no
tenemos ninguna duda que el gobierno pondrá todo el empeño en ello), y de
alguna declaración de principio que vuelve a incidir sobre los mismos errores
–condicionar el impulso de la actividad económica, la protección social, la
lucha contra la exclusión social, a la sostenibilidad de las cuentas públicas,
que todos sabemos lo que quiere decir-, se hace difícil encontrar algo positivo
para los trabajadores, más allá de vagas referencias que por lo demás se
plantean concretar como más pronto en octubre. Sin embargo, por el contrario,
vuelve a reiterarse el compromiso sindical de aceptar un nuevo Acuerdo para el
Empleo y la Negociación Colectiva que desligue los aumentos salariales del IPC,
adaptándolos y condicionándolos a la marcha de las empresas. Admitir que va a
haber empresas de un mismo ramo que tengan, unas aumeto salarial porque las
“condicones” lo permitan, y otras no, ¿No va esto en la línea de lo que el TC
recientemente ha fallado en relación a la preeminencia del convenio de empresa,
que los sindicatos hemos criticado? Se dice igualmente que en el nuevo AENC
debe contemplarse mecanismos de flexibilización interna como alternativa a la
destrucción de empleo. En muchas empresas donde se ha seguido esta norma,
sabemos lo que ha pasado: los trabajadores se han visto obligados a rebajarse
el sueldo a cambio de la promesa de mantenimiento de las plantllas, que después
por regla general no se ha cumplido.
Hay igualmente referencias a la lucha contra la
dualidad y el paro juvenil, pero no cabe sino calificarlas de sarcasmo. En
un país en el que los empresarios pueden
contratar cuándo y cómo les de la gana, gracias precisamente a las medidas que
este gobierno ha aprobado, y en el que más de 260.000 jóvenes han tenido que
emigrar, afirmar como dice el documento que el gobierno se compromete a
intensificar la lucha contra el fraude (¿?) y a evitar el mal uso de la
contratación temporal, son completamente inaceptables. ¿Dónde está un verdadero
Plan de Empleo General, que incentive la contratación entre otros de jóvenes,
no con salarios de becarios, sino con salarios dignos? ¿Dónde están las
partidas para garantizar una protección social digna para los parados de larga
duración? No aparecen por ningún lado sencillamente porque esto pondría en
peligro el principio de la sostenibilidad de las cuentas públicas, que el
gobierno prefiere dedicar a cubrir los agujeros de la banca, y a la que en
contra de la opinión de la mayoría de afiliados y trabajadores, se someten los
secretarios generales de CCOO y de UGT. Solo se detallan 800 millones de euros
de un Programa Operativo de Inclusión Social y de la Economía Social, del Fondo
Social Europeo, que el gobierno se compromete, sin cuantificar, a complementar
con el Fondo de Ayuda a los Desfavorecidos. Todo esto en un pais en el que hay
6 millones de parados, el 50% de paro juvenil, más de 700.000 familias que ni
tienen ningún ingreso, y en el que muchos de los que trabajan, lo hacen para
ser pobres.
UNA MAYOR PRECARIZACION DE LOS CONTRATOS
Por último, lo relativo al deseo compartido por los
asistentes a la reunión de “abordar las políticas salariales y de empleo en el
sector público y definir una estrategia para su evolución definitiva”, así como
el “impulso de la flexibilidad interna y la lucha contra la dualidad [que]
deben ser objeto de diálogo social”, y el acuerdo para la “apertura de la mesa
de Negociación Colectiva de la Función Pública y el desarrollo del Estatuto
Básico del Empleado Público”, con toda seguridad van a indignar a todos los
empleados públicos que han visto recortado su salario y han perdido una media
de un 20% de poder adquisitivo. Que han visto como sus convenios eran anulados
o suspendidos, después de una campaña mediática indigna. Que se hable de
desarrollo del EBEP, cuando algunos de sus artículos estan actualmente
suspendidos, va a ser interpretado como una burla. ¿Por qué no se exige la
retirada de los decretos 5/2012 y 12/2012 que han permitido hacer retroceder a
los empleados públicos hasta los niveles salariales de 2007, y laboral y
socialmente hasta unos cuantos años más atrás?
No podemos sino concluir que esta reunión, lejos de
servir a los trabajadores, va a permitir al gobierno continuar por la senda que
ha emprendido y que le marca la Troika. Que no lo haga por decreto y lo haga
con “diálogo social” no debe ser interpretado como algo positivo. Al contrario,
debería hacer reflexionar a nuestros secretarios generales de CCOO y de UGT sobre el inestimable balón de
oxígeno que, de nuevo, se está ofreciendo a un gobierno, bajo cuyo mandato se
ha procesado a más de 200 sindicalistas por ejercer el derecho de huelga. De un
gobierno responsable de una reforma laboral y de toda una serie de medidas que
han pulverizado el derecho a la negociación y han reducido las relaciones
laborales en el ámbito de las empresas a la ley de la jungla en la que los
empresarios deciden porque tienen todas las prerrogativas para hacerlo.
Volvemos a insistir en el falso y peligroso camino que
supone la aceptación del “diálogo social” que nada tiene que ver con la
negociación que debe existir entre los empresarios y los sindicatos, o entre
éstos y el gobierno. No es que no se pueda acudir a una reunión que convoque el
gobierno. Lo que no debe hacerse es acudir a las mismas sin las reivindicaciones
del movimiento sindical, siguiendo la agenda que marca el gobierno y haciendo
creer la falacia oficial según la cual la economía española está saliendo de la
crisis, cuando esto, en el caso de que sea verdad, es una verdad con muchas
mentiras.
Ningún acuerdo es posible con un gobierno que se
enfrenta a los derechos más elementales, que se enfrenta al pueblo catalán, que
persigue amordazar la discrepancia y que encarcela a sindicalistas por el hecho
de hacer huelga.
NO, A UN NUEVO BALÓN DE OXIGENO AL
GOBIERNO
Ningún
trabajador puede entender, por ejemplo, que los sindicatos acudan a estas
reuniones sin poner como condición previa la retirada de la reforma laboral y
de todas las medidas de recorte social y salarial.
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